Con la expresión "valle de Quilpué", aquí se da a entender el valle que se extiende a lo largo del estero de Quilpué, y que abarca parte de los territorios que actualmente conforman las comunas de Villa Alemana y Quilpué, desde el portezuelo de Lebo y el Rincón de El Carmen hasta Paso Hondo y la Unión de los esteros, al lado norte de la línea de altas cumbres que separan las cuencas de los esteros Marga-Marga y Quilpué.
Cuando el ingeniero jefe de la construcción del ferrocarril decidió cambiar el trazado original (que iba por la costa, desde Viña del Mar hasta Concón) y cambiarlo a la quebrada del estero de Quilpué, se enfrentó con una serie de dificultades debido a la conformación de la misma, cuya orografía desafiaba todas las más modernas técnicas y las mayores experiencias en construcción de vías férreas.
En esos entonces, a mediados del siglo XIX, no se disponía de maquinaria especializada, solo de brazos humanos, los que debían manejar picotas, chuzos, palas y pólvora para abrir los caminos por los que se iban a poner las vías y para abrir túneles para salvar los más grandes obstáculos. Martillos, clavos, tornillos y madera eran los materiales y las herramientas para construir los puentes que se necesitaran.
La obra fue una proeza de la ingeniería de ese tiempo.
Y a su historia principalmente es que está dedicado este blog.